10 de abril de 2010

NO HAY PADRES PERFECTOS

Este es el título de la última obra que hemos adquirido para la Biblioteca de Padres y que estará en la estantería del Liceo dentro de unos días.
Su autor, Bruno Bettelheim (1903-1990) fue uno de los psiquiatras y psicólogos infantiles más influyentes del siglo XX.

Nos ha llamado la atención, leyendo el libro, la comparación que hace el autor entre la educación impartida por los padres japoneses y la de los padres occidentales: "control basado en órdenes de los padres en nuestra cultura; autodominio basado en el propio razonamiento en el Japón".

Transcribimos a continuación unos párrafos que explican esta actitud:

"...Cuando los niños occidentales correteaban por el supermercado, sus madres -a menudo con enojo- les decían estate quieto de una vez, eso cuando no les chillaban. En el mejor de los casos, la madre decía ¡Ya te dije que no te portaras así! La madre japonesa, típicamente, se abstiene por completo de decirle al niño lo que debe hacer. En vez de ello, le preguntará: ¿Qué crees tú que piensa el tendero cuando te ve corretear así?, o ¿Cómo crees que esto me sienta a mí?
De modo parecido, una madre occidental le ordenará a su hijo que coma algo, o le dirá que debería comerlo porque es bueno para él, pero una madre japonesa preguntará: ¿Cómo crees que le sentará tu rechazo al hombre que cultivó estas verduras para que las comieras?... Así, desde una edad muy temprana al niño occidental le dicen lo que debe hacer, mientras que al niño japonés se le alienta, no sólo a considerar los sentimientos de los demás...sino también a pensar en lo que hace en vez de limitarse a obedecer órdenes.
.../...
La madre japonesa espera que su hijo sea capaz de decidir con acierto, pero también le pide a su hijo que no le meta en situaciones embarazosas...
Que te pidan que pienses por cuenta propia y que actúes solamente basándote en ello, así como que te digan que puedes hacerle un gran favor a una persona importante, intensifica el respeto a ti mismo, respeto que se ve menoscabado si te ordenan que hagas lo contrario de lo que quieres hacer.
De igual importancia para el cultivo de la autodisciplina es la paciencia con que una madre espera hasta que su hijo toma una decisión por cuenta propia...
.../...
La madre [en Japón] se limitaba a esperar en silencio, pacientemente, hasta que el niño hacía lo que se esperaba de él.
En situaciones paralelas, la mayoría de los padres occidentales no mostrarían tanta paciencia, ni mucho menos, sino que inmediatamente se pondrían a dar órdenes. Quizá el niño las obedecería, pero su resentimiento tal vez afloraría a la superficie más adelante, bajo la forma de una conducta díscola. Lo que ocurre es que el padre o la madre que tiene prisa impone disciplina, mientras que enseñar autodisciplina requiere tiempo y paciencia, así como confianza en que el niño, por iniciativa propia, hará lo indicado..."


El capítulo es muy largo, pero invita a reflexionar y repasar cómo estamos hablando a nuestros hijos, qué imagen nuestra les estamos dando, como les inculcamos ese respeto hacia ellos mismos y hacia los demás...

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